miércoles, 23 de enero de 2013


Yo creo que la vida se trata de elegir un objetivo y aventurarnos por distintos caminos hasta alcanzarlo.
Muchos creen que no se puede elegir dicho objetivo, que, de cierta manera, uno esta predestinado a lo que tiene que ser. No sé si concuerdo con este punto de vista, pero lo entiendo.
Hace un año y algunas semanas decidí dar un giro de 360 grados a mi vida. Llegué a un punto en el que me odiaba profundamente a mi misma, y decidí que esa situación no daba para más. Fueron muchas (MUCHAS) las cosas que me lo indicaron, pero el detonante fue que una persona, a la que le tenía un gran aprecio en ese momento, me recriminó por mi mala onda hacia los demás.
Lo odié. Juro que lo odié con todas las fuerzas de mi corazón.
Pero un haz de razonamiento pasó por mi cabeza, y de repente todo se me iluminó. Él, la persona, tenía razón. ¿Por qué los demás se tenían que fumar mi mala onda? ¿Por qué ellos tenían que verse castigados por la mala relación que yo tenía conmigo misma?
Y ahí se me presentó uno de los principales pilares que mantengo en mi vida: Las cosas no tienen una sola cara. Nunca hay que limitarse a ver una situación o a una persona desde un solo punto de vista. Sencillamente porque las cosas tienen altura, ancho y volumen. Simple física. Nunca dos personas tienen exactamente la misma perspectiva sobre una cosa (aclaro que acá la palabra "cosa" engloba a persona y situación). Desde entonces me obligué a mi misma a ver todo lo que sucede desde distintos puntos de vista. Hagan la prueba, se van a sorprender de como les cambia el mundo cuando giran la cabeza hacia un costado.
Es así, volviendo a lo anterior, que creo entender el por qué muchas personas justifican lo que hacen diciendo, o sintiendo, que están predestinadas a ello. Esto les da seguridad. Sienten que como tienen que ser así nada puede ir mal, porque de alguna manera u otra siempre van a terminar llegando a destino. Esto, en mi humilde opinión, es un error.
Puede suceder que hechos azarosos nos hagan tener esta clase de pensamientos. Por ejemplo, yo no sé qué fue realmente lo que me llevó a querer tocar el violín. Yo era una nena de diez, once años que escuchó un día como cualquier otro a una violinista tocando en su colegio. Pero ALGO hizo que naciera en mi el deseo de querer eso. Quizás por el hecho de que era algo nuevo y totalmente diferente. Quizás el tiempo que pasaba con mi abuela mirando óperas en la tele de su pieza haya influenciado inconscientemente. Y así puedo encontrar muchísimos "quizás", pero sé que con ninguno me voy a quedar cien por ciento conforme. Yo no creo que el destino haya querido que tocara el violín. Y si es así, nunca lo sabré.
Inconscientemente o no, yo elegí un objetivo de vida. Tocar el violín. Y estoy probando los caminos que me lleven a él, que me hagan llegar de la mejor manera posible. No quiero un camino fácil, los caminos fáciles no sirven. Quiero un camino lleno de retos, así a la hora de llegar a mi objetivo principal voy a estar preparada para soportar cualquier cosa que se me venga en contra.
El problema aparece cuando hay una persona que no tiene definido su objetivo, ni tampoco tiene planeado hacerlo por un largo tiempo. Esa clase de personas se encuentran paradas en mitad de un desierto, lo cual es muchísimo más peligroso que estar en medio de un laberinto. Una persona que se fija una meta en la vida está frente a un enorme laberinto, y lo que tiene que hacer es andar y desandar caminos hasta encontrar el que la lleve a donde quiere ir. La persona que no se ha establecido una meta de vida se encuentra frente a un desierto enorme e interminable. No sabe para donde ir, por eso generalmente temen avanzar y se quedan parados esperando a que alguien pase para guiarlos. Pero hay un pequeño problema, no siempre se tiene la suerte de encontrar a un guía en el Sahara.
Muchas personas saben que están en el limbo en sus vidas, y se excusan de esa manera, diciendo que no saben que hacer, que se sienten perdidas, que tienen muchos problemas. Pero dejan el tema ahí. No intentan ni siquiera resolverlo. Y sí, es mucho más fácil hacer de víctima que ponerse los pantalones y salir con la placa de sheriff. Pero, ¿qué sentido tiene vivir así? Sin miedo a arriesgarse, a ver el horizonte. Yo me imagino estando sola en medio del desierto y me aterro. Porque he estado en ese punto en mi vida, y agradezco el haber formulado una cadena de pensamientos azarosos que me llevaron a querer salir de ahí, a querer empezar a fijar caminos que me lleven a algún lugar.
Las personas en ese estado suelen recurrir a alguien. Ya sea un amigo, una pareja, un familiar, un psicólogo. No me parece mal que, de vez en cuando, pidamos alguna opinión o consejo a alguien, para que pueda darnos su punto de vista. Pero esta no es la solución. Si no aprendemos a hablar con nosotros mismos nunca vamos a lograr cambiar nada. Reformulo. Para lograr un cambio en nosotros hacen falta dos cosas: Ganas de cambiar y saber cómo hacerlo. Sin las ganas de cambiar lo segundo no va a servir para nada. Y el cómo hacerlo comienza por hablarnos y conocernos a nosotros mismos. Tenemos que partir de la base, como siempre dice mi maestro de violín. Hay que partir de lo básico. Del Yo y todas las necesidades básicas que tengo. Cariño, alimento, descanso. Incluso respirar. Nunca nos enseñaron en detalle todas esas cosas. Siempre las hicimos por inercia y simple imitación de lo que hacían los demás. Tenemos que reeducarnos a nosotros mismos. Pero tenemos que estar dispuestos a enfrentar los cambios y las consecuencias de nuestros cambios.
Voy cerrando esta primera reflexión, o delirio, diciendo lo siguiente. Cada problema, inseguridad, error, trauma que tenemos es una piedra que ponemos adelante nuestro. Sin darnos cuenta, en unos pocos años se nos ha formado una montaña. Muchos miran la montaña desanimados, sin creer que la pueden cruzar y mucho menos desarmar, y siguen aportando a que ésta aumente su tamaño. Tenemos que aprender a tener paciencia y a ser perseverantes. Sacando una piedra por día vamos a lograr ir reduciendo la montaña. Algunas piedras van a ser más grandes y pesadas, y otras más chicas y livianas, pero siempre tenemos que tener en cuenta que mientras no saquemos esa montaña de allí nunca vamos a poder admirar el hermoso paisaje que nos espera detrás.
Me hice este blog con el fin de poder tener un puntapié ideal para poder empezar a acomodar, de alguna manera, mi cabeza y mi vida. Muchas veces, jodiendo, amigos me decían que tenía que escribir un libro con mis pensamientos y filosofías de vida. Bueno, esto es mejor que un libro, porque cualquier pensamiento que surja podrá ser subido recién sacado del horno. No pretendo llamarme escritora haciendo esto, por favor que no se malentienda. Me faltan tres vidas para poder llegar a ser escritora. Es sólo una simple manera de compartir con ustedes mi muy humilde opinión sobre la vida, en cualquier aspecto. Bueno, acá vamos...